La recuperación de una lesión de ligamento cruzado anterior tiene que ser individual y específica para cada deportista.

Cuando una persona se lesiona el ligamento cruzado anterior (LCA), a simple vista parece que todas las recuperaciones deberían seguir el mismo camino. Pero nada más lejos de la realidad.

No es lo mismo recuperar la rodilla de una futbolista que la de una bailarina profesional. Las dos necesitan fuerza, estabilidad y control, sí, pero sus cuerpos, sus gestos técnicos y sus demandas físicas son completamente distintos.

Una futbolista necesita frenar, girar y acelerar con potencia. Una bailarina, en cambio, necesita alineación, precisión y elegancia. Su rodilla tiene que soportar movimientos repetitivos, posturas extremas y saltos en los que aterriza casi sin sonido, absorbiendo fuerzas de hasta siete veces su peso corporal.

Por eso, una bailarina no puede ni debe seguir un protocolo estándar de rehabilitación de LCA. Su recuperación debe ser específica, individual y adaptada a las exigencias de su arte.

¿Qué factores contribuyen más a la lesión en bailarinas?

En la danza, las lesiones no suelen venir por un impacto o una caída, como en otros deportes. El problema está en la suma de microestrés, la fatiga acumulada y los gestos repetitivos llevados al límite de la movilidad articular.

Según la revisión sistemática de Sun y Liu (2024), las lesiones más comunes en bailarinas de diferentes modalidades como moderna, clásica o contemporánea son tobillo y rodilla.

Hay dos factores de riesgo muy determinantes: la fatiga central y periférica y la menor capacidad para absorber cargas.

El cuerpo como un sistema complejo

En 2016, Bittencourt et al. propusieron un nuevo enfoque para entender las lesiones deportivas: el modelo de sistemas complejos.

 En lugar de buscar un único factor de riesgo —como la fuerza, la técnica o el volumen de entrenamiento—, este modelo explica que las lesiones surgen de la interacción dinámica entre muchos factores: biomecánicos, neuromusculares, psicológicos, hormonales, de carga, descanso o incluso emocionales.

Una pequeña alteración en uno de esos factores puede amplificar el riesgo si se combina con otros. Por ejemplo, una bailarina con poca dorsiflexión de tobillo, un alto volumen de entrenamiento y una semana de estrés emocional o de exámenes tiene un perfil de riesgo completamente diferente al de otra que está descansada y con mejor control motor.

En el caso de las bailarinas, este modelo permite entender algo clave: el principal detonante no suele ser una torsión o un mal apoyo puntual, sino un patrón de fatiga acumulada que altera la coordinación fina del movimiento.

La fatiga: el algoritmo invisible detrás de las lesiones

En las bailarinas, la fatiga central y periférica es probablemente el factor más influyente en la aparición y persistencia de lesiones.

  • La fatiga central es la que viene determinada por el sistema nervioso central, reduciendo la precisión de los gestos, la estabilidad y el tiempo de reacción.
  • La fatiga periférica, en cambio, afecta directamente a la musculatura: los músculos estabilizadores pierden capacidad de respuesta y la rodilla queda más expuesta.

Durante las largas jornadas de ensayo, donde cada paso debe ser perfecto, esta combinación de fatigas puede pasar desapercibida hasta que el cuerpo “colapsa”. Y ese colapso puede llegar en forma de un gesto mal controlado, un aterrizaje inestable o una hiperextensión repentina… es decir, una rotura de ligamento cruzado.

Por eso, más que buscar “la causa” de la lesión, debemos entender el patrón que la provoca. Y ese patrón es multifactorial: se forma con la técnica, la carga, el descanso, la nutrición, el estado emocional y la calidad del movimiento.

El modelo de sistemas complejos nos enseña que no hay un único responsable, sino una red de factores que interactúan en cada cuerpo de forma única.

¿Cómo debe ser la recuperación de una bailarina?

Después de una cirugía de LCA, los objetivos generales como recuperar la movilidad, la fuerza y la estabilidad, son los mismos para todos los deportistas.
Lo que cambia en las bailarinas es el camino para llegar a ellos.

Movilidad funcional y controlada

En otros deportes se busca limitar la hiperextensión o proteger la rodilla del exceso de rotación. En danza, sin embargo, esa hiperextensión es necesaria para el lenguaje del movimiento. Por eso, hay que restaurar el rango articular completo, pero con un control neuromuscular exquisito que evite compensaciones.

Trabajo del pie y tobillo desde fases tempranas

Las bailarinas trabajan sobre una cadena cinética cerrada donde el pie es la base del equilibrio. La recuperación del LCA debe incluir desde el inicio fortalecimiento de musculatura intrínseca del pie, flexores plantares y propiocepción, porque sin un pie estable, la rodilla nunca recuperará su función real en la danza.

Entrenamiento sensoriomotor y de precisión

No basta con poder saltar o realizar una sentadilla. La bailarina necesita volver a ejecutar movimientos muy precisos con alineación perfecta. Los ejercicios de equilibrio a una pierna, control de la rotación y estabilidad dinámica deben integrarse en su readaptación de manera progresiva.

Gestión de la fatiga y carga

Siguiendo el modelo de sistemas complejos que hemos hablado arriba, es fundamental gestionar la fatiga central y periférica durante toda la recuperación. En fases avanzadas, intentamos alternar días de alta carga técnica con días de descanso activo y estrategias de recuperación neuromuscular como respiraciones, movilidad global, sueño y nutrición.

Trabajo psicológico y emocional

La bailarina no solo debe confiar en su rodilla; debe volver a confiar en su cuerpo entero. La pérdida de control o el miedo a repetir el movimiento que causó la lesión son barreras reales que hay que abordar con acompañamiento emocional y exposición progresiva al gesto artístico.

En Elite apostamos por una recuperación integral

En Elite creemos que la recuperación del ligamento cruzado anterior en bailarinas debe ir mucho más allá del trabajo físico.

Vemos necesaria una recuperación integral, donde realizamos una valoración individual del deportista y marcamos un programa de readaptación acorde a sus necesidades, su disciplina y su nivel de exigencia. Cada bailarina tiene una exigencia específica, un contexto emocional y un entorno diferente.

Su cuerpo es su herramienta de trabajo, pero también su medio de expresión; y eso requiere un enfoque mucho más sensible, detallado y complejo. Entender todo eso es lo que nos permite diseñar una recuperación que no solo repare un ligamento, sino que devuelva la confianza, la fuerza y la expresión al movimiento.

Si eres bailarina y tienes una lesión de rodilla, y no sabes muy bien qué hacer ni cómo recuperarte para volver a tu máximo nivel, no dudes en contactar con nosotros, que seguro que podemos ayudarte.