La propiocepción es una cualidad que nos permite conocer la posición y el movimiento de las diferentes partes de nuestro cuerpo sin necesidad de observarlo. Es muy importante para nuestra conciencia corporal y juega un papel esencial en la coordinación motora, el equilibrio y la capacidad de realizar movimientos precisos.
La propiocepción funciona a través de unos sensores que se encuentran en estructuras como músculos, tendones, ligamentos, etc.; que envían señales al sistema nervioso central sobre la posición y la tensión de estas estructuras, además de la posición de nuestros segmentos corporales. Esta información se procesa y se utiliza para a controlar la contracción muscular, estabilidad y coordinación de la estructura implicada en la tarea o gesto realizado.
Esta cualidad es algo esencial en actividades tan cotidianas como caminar, correr, saltar, etc. Pero también es algo que se puede entrenar y que es fundamental en la recuperación y prevención de lesiones.
¿Qué condiciona a nuestra propiocepción?
La propiocepción está influenciada y condicionada por factores que comentamos a continuación:
- La cantidad y sensibilidad de receptores propioceptivos en los músculos, tendones, ligamentos y articulaciones son factores clave. Algunas personas pueden tener una mayor densidad de estos receptores o una mayor capacidad para detectar cambios sutiles en la posición y la tensión muscular respecto a otras.
- El entrenamiento y experiencia son ambos aspectos mejoran la propiocepción. Las personas que practican deportes o actividades que requieren movimientos precisos y coordinados, como la danza o la gimnasia, a menudo desarrollan una propiocepción más aguda a lo largo del tiempo.
- Las lesiones y enfermedades en los tejidos musculares, tendones o articulaciones pueden afectar negativamente la propiocepción debido al posible daño sufrido en los sensores y, por lo tanto, en sus funciones como son la percepción precisa de la posición y el movimiento.
- La edad provoca que nuestros sensores propioceptivos se vuelvan menos sensibles, aumentando así el riesgo de caídas y lesiones.
- La fatiga y estrés disminuyen la capacidad del cuerpo para controlar con precisión el movimiento y el equilibrio.
- El calzado y la superficie alterarán, según sus características, la sensibilidad de nuestros receptores a la hora de realizar una actividad física. Por lo tanto, es también un aspecto importante a tener en cuenta a la hora de decidirnos que es mejor, según el objetivo que queramos trabajar.
- Los factores genéticos de cada persona influirán en el desarrollo y capacidad de nuestra propiocepción.
¿Cómo podemos entrenar nuestra propiocepción?
Lo primero de todo es tener claro que nos ayudará a mejorar la autopercepción de nuestra posición y el movimiento de nuestro cuerpo, además de mejorar nuestra estabilidad y equilibrio. Algunas formas para ello son las siguientes:
- Los ejercicios de equilibrio y estabilidad son fundamentales para mejorar este aspecto. Abarcan desde lo más sencillo, como pararse sobre una pierna; hasta lo más complejos como realizar una sentadilla pistol (a una pierna).
- Realizar movimientos multiarticulares y globales suponen involucrar múltiples grupos musculares y diferentes segmentos corporales, incrementándose así el nivel de coordinación. Por lo tanto, su práctica y automatización indicarán una mejora de nuestro control motor.
- La práctica deportiva implicará la ejecución de diferentes gestos, movimientos en diferentes situaciones, por lo que nos ayudará a mejorar la adaptabilidad ante estas en el menor tiempo posible.
- Los ejercicios sensoriales nos ayudarán a incrementar nuestra propiocepción a través de nuestros sentidos. Por ejemplo, realizar movimientos o mantener posiciones que nos exijan cierto equilibrio mientras mantenemos los ojos cerrados.
- La variación de superficies a la hora de desplazarnos, como arena, césped, asfalto, piedras, etc.; puede suponer un reto y desafío, por lo tanto, nos puede ayudar a mejorar nuestra capacidad de adaptación y propiocepción.
- El fortalecimiento del core será un punto clave a la hora de mejorar nuestro equilibrio y estabilidad. Trabajando desde lo más básico a lo más complejo, desde lo más analítico a lo más global y desde lo más general a lo más específico.
Conclusiones sobre la propiocepción
- La propiocepción es una habilidad que puede variar de persona a persona y puede ser influenciada por una variedad de factores, incluyendo la genética, la experiencia y las condiciones físicas. Mantener y mejorar la propiocepción es importante para la salud, el rendimiento físico y la prevención de lesiones.
- Este tipo de trabajo es muy importante en la recuperación de lesiones y también en su prevención. Por lo tanto, más que aconsejable asesorarnos de un profesional, como fisioterapeuta y/o entrenador personal.
- Los diferentes ejercicios, tareas o movimientos se aplicarán en situaciones específicas e individualizadas a las características, lesiones y necesidades de la persona en cuestión.
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