Hace un tiempo, casi todo el mundo tenía la idea clara de que el “cardio” era siempre la manera más efectiva para la perder peso. Además, también sabemos que el levantamiento de pesas fortalece nuestro sistema musculoesquelético. Hasta aquí, estaríamos todos de acuerdo.

Pero, ¿qué sabemos sobre la relación entre la quema de grasas y el entrenamiento de fuerza?

Muchos desconocen que los ejercicios de musculación parecen ser igual de buenos o incluso mejores que los conocidos como aeróbicos.

La cuestión ya no se limita solo a un tema de calorías. El metabolismo está determinado por un complejo conjunto de fenómenos fisiológicos del cual aún nos queda mucho aún por entender. Entonces, veamos qué nos dice la ciencia al respecto y con más detalles:

Han sido ya varios los estudios realizados que descubrieron que, con el entrenamiento de fuerza, los músculos generan y liberan pequeñas burbujas de material genético que pueden viajar hasta las células adiposas, con lo que se provocarían procesos relacionados con la quema de grasas.

La mayoría de los usuarios de los gimnasios, catalogamos el entrenamiento con pesas con una simple finalidad: desarrollar la musculatura. Y a todos aquellos que piensen así, no les falta razón, ya que aumentará de manera considerable el tamaño y la fuerza de nuestros músculos.

Pero diríamos que esta afirmación está incompleta, puesto que obvian o desconocen que el entrenamiento con pesas también tiene efectos sobre nuestro metabolismo y composición corporal.

ADENTRÁNDONOS EN LA QUEMA DE CALORÍAS

Por nombrar algunos datos y conclusiones de diversos estudios, se ha demostrado que el gasto energético y la quema de grasas se vieron modificadas durante las 24 horas después del entrenamiento en diversos grupos de población con diferentes características.

Además, se vio que las personas que entrenan con pesas o la fuerza con su propio cuerpo, son menos propensas a sufrir obesidad.

Sin embargo, aún son muchas las personas, especialmente las mujeres, que siguen sin saber con claridad cómo el entrenamiento con pesas puede modificar la composición corporal.

Es mayormente en este colectivo donde el miedo por “crecer” y desarrollar una musculatura más propio de hombres – según piensan ellas-, se hace más notable.

Parte de dicho efecto se debe a que el músculo está metabólicamente activo y sigue quemando calorías incluso una vez terminado el entrenamiento, por lo que aumentar nuestro tanto por ciento de masa muscular mediante el entrenamiento de fuerza significaría aumentar también de manera considerable el gasto energético y la tasa metabólica basal (gasto energético del metabolismo en reposo).

Después de un período largo de entrenamiento, los músculos contribuirán a quemar más calorías simplemente porque se habrán adaptado y habrán crecido.

Pero esto no explica del todo el efecto derivado, porque aumentar la masa muscular requiere tiempo, series y repeticiones, mientras que algunos de los efectos metabólicos del entrenamiento con pesas sobre las reservas de grasas parecen producirse justo después de la sesión de entrenamiento.

¿Y A NIVEL FISIOLÓGICO?

Entonces, cabe la posibilidad de que algo suceda a nivel molecular inmediatamente después de los entrenamientos de fuerza sobre las células de grasas, una hipótesis que varias universidades e instituciones decidieron investigar recientemente.

Los investigadores de dichos estudios llevaban años estudiando el funcionamiento muscular, pero cada vez más se interesaban en otros tejidos, sobre todo en el graso.

Encontraron, quizás, que los músculos y las grasas tenían un intercambio amistoso después de una sesión de entrenamiento.

Ya en la última década, la idea de que las células y los tejidos están comunicados por todo el cuerpo, ha sido aprobada de manera global, aunque la complejidad de estas interacciones sigue, aún hoy, sin estar del todo clara.

Experimentos algo más sofisticados han demostrado que los músculos liberan un gran caudal de hormonas y otras proteínas después del entrenamiento que entra en el torrente sanguíneo, dirigiéndose a varios órganos y desencadenando reacciones bioquímicas una vez allí, en un proceso conocido como diafonía celular.

Nuestros tejidos también parecen bombear pequeñas burbujas, conocidas como vesículas durante esa diafonía.

CONCLUSION

Curiosamente, algunos experimentos nos indican que el ejercicio aeróbico hace que los músculos liberen esas vesículas, pero pocos estudios habían analizado si el ejercicio de fuerza también podría dar lugar a la formación de esas vesículas y al intercambio de mensajes entre los tejidos.

Ahora sabemos que las vesículas, antes consideradas bolsas microscópicas de basura llenas de desechos celulares, contienen material genético activo y saludable, así como otras sustancias. Una vez que estas sustancias se liberan en el torrente sanguíneo, transmiten este material biológico de un tejido a otro, como minúsculos mensajes.

Nuestros entrenamientos en élite están perfectamente diseñados no solo para que tengan repercusión sobre nuestra calidad de vida, sino también para que consigamos mejorar ese equilibrio entre ganancia de fuerza y la mejora de nuestra composición corporal, algo que también debería ir de la mano de una buena y saludable alimentación para así obtener óptimos beneficios para nuestro organismo.

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