Iniciaremos este tema definiendo y explicando aspectos anatómicos relacionados con el tendón y su correspondiente lesión.

Los tendones son estructuras fibrosas y elásticas que conectan los músculos con los huesos. Son una parte fundamental del sistema musculoesquelético y desempeñan un papel crucial en el movimiento y la estabilidad de las articulaciones.

Los tendones están compuestos principalmente por tejido conectivo, específicamente colágeno (tipo I-II), que es una proteína resistente y flexible. Esta composición les confiere su capacidad para soportar fuerzas de tracción y transmitir la fuerza generada por los músculos a los huesos, lo que permite el movimiento coordinado de las diferentes partes del cuerpo.

Además de su función mecánica, los tendones también tienen un papel en la transmisión de información sensorial. Están ricamente inervados por terminaciones nerviosas que ayudan a proporcionar retroalimentación al sistema nervioso central sobre la posición y la tensión muscular, lo que contribuye a la coordinación y el control del movimiento.

Los tendones varían en tamaño y forma según su ubicación en el cuerpo. Algunos ejemplos comunes incluyen el tendón de Aquiles, tendón rotuliano o los tendones del manguito de los rotadores en el hombro, que son responsables de la estabilidad y el movimiento de esta articulación.

Aunque los tendones son estructuras resistentes, también son susceptibles a lesiones, pudiendo dar lugar a afecciones como la tendinitis, la tendinosis y las rupturas de tendones. El tratamiento de estas lesiones puede implicar reposo, fisioterapia, ejercicio, medicación y, en casos graves, cirugía.

En el párrafo anterior al referirnos a lesión en el tendón hemos presentado dos términos como tendinitis y tendinosis. Existe una diferencia importante entre ellos.

  • Tendinitis: molestia en inflamación aguda del tendón.
  • Tendninosis: degeneración crónica del tendón. Se produce a partir de 1-2 meses con síntomas en el tendón y su recuperación es más dificultosa.

A continuación, nos centraremos exclusivamente en la tendinitis, pasando a definir aspectos relacionados con su sintomatología, factores de riesgo y tratamiento.

Sintomatología

Dentro de la sintomatología que presenta una tendinopatía, podemos destacar:

  • Dolor: es uno de los síntomas más característicos, varía su intensidad y duración según el tipo de tendinopatía.
  • Inflamación: podemos encontrar la zona de dicho tendón inflamada como resultado de la lesión.
  • Restricción de la movilidad: puede causar rigidez en la articulación que se presente condicionando su movimiento.
  • Debilidad muscular: en algunos casos, las tendinopatías pueden debilitar los músculos asociados con el tendón afectado. Esto puede resultar en una disminución de la fuerza y dificultad para realizar ciertos movimientos o tareas.
  • Sensibilidad al tacto: zona inflamada, con dolor y con mayor activación de nociceptores, lo cual una presión directa en dicha zona nos llevará a molestia.

Factores de riesgo

Dentro de los factores de riesgo de producir tendinopatías, destacamos los presentados a continuación:

  • Edad
  • Sobreuso
  • Malos hábitos
  • Falta de flexibilidad
  • Alto rendimiento
  • Inyecciones repetidas de corticoides y colágeno.
  • Diabetes y obesidad: esto nos lleva a consumo de fármacos, que nos puede llevar a tendinopatías, son casos extraños. 

Tratamiento

Como tratamiento a la hora de abordar una recuperación tendinosa sería idónea encontrar una cohesión de trabajo entre fisioterapeuta y un recuperador o entrenador. Dentro de esta recuperación la comunicación sobre los contenidos aplicados por cada profesional durante las diferentes fases de la recuperación debe ser coordinada, coherente y estructurados, ya que dota de gran importancia para una recuperación idónea.

Por ello podemos enunciar algunas de las terapias más efectivas utilizadas por los fisioterapeutas según los últimos estudios:

  • Terapia manual.
  • Inyecciones de corticoides: recalcar únicamente efectos positivos en tendinitis. En tendinosis, ensucia el tendón y a largo plazo lo degenera, se debe evitar en la medida de lo posible. Suele utilizarse como inhibidor del dolor. 
  • Electrolisis: rompe el tejido y favorece una respuesta inflamatoria para su recuperación.
  • Homeopatía: productos analgésicos naturales.
  • Diatermia: muy buena eficacia, se introduce con hipertermia, tratamiento con indiba.
  • Ondas de choque: muy buenos resultados, alivia el dolor y muy recomendado para este tipo de lesiones.

Por parte del abordaje del recuperador o el fisio, sería idóneo como punto inicial que el sujeto se realizase una ecografía para ver la afectación tendinosa y donde se produce. Este último punto es muy importante, ya que el tratamiento del tendón se ejecutará con diferencias en función si la lesión se encuentra en el cuerpo o inserción del tendón.

Dentro de un protocolo de intervención mediante el ejercicio debemos introducir ejercicios simples y pragmáticos diseñados para incorporar carga progresiva al tendón. Progresión mediante trabajo isométrico, fuerza, fuerza funcional, velocidad y ejercicios pliométricos que aumenten en el tendón la capacidad de almacenar y liberar energía.

La gestión de la carga es el tratamiento estándar de oro y más importante en todas las etapas. El manejo temprano de la carga en un tendón reactivo puede mantenerlo en las primeras etapas de la patología del tendón y limitar la progresión de su patología.

Desglosando estos contenidos en progresión a la hora de intervenir sobre el tendón, encontrando lo siguiente:

Progresiones

Dentro de una primera fase se introducen ejercicios isométricos, ya que el tejido no se expone a cargas agravantes ni que generen demasiada fatiga. Además, es bastante interesante debido a como introduciendo estas cargas alivian e inhiben de forma aguda el dolor por los mecanismos de inhibición que generan estas contracciones.

Mejora control motor y propiocepción, las cuales son básicas en todas las lesiones y cumplen un papel importante en una primera fase.

Otro punto a tratar es eliminar las cargas compresivas en el tendón. Para ello iniciar con ejercicios isométricos con cargas moderadas-altas, los cuales deben ser ejecutados en un rango medio a interno de la unidad musculotendinosa para reducir la compresión en el tendón. Además, son el primer estímulo funcional que aplicamos.

Progresamos introduciendo ejercicios con contracciones concéntricas y excéntricas, tomando un papel muy importante estos últimos. Destacamos como aumenta la síntesis de colágeno, permitiendo un mejor funcionamiento del tendón, así como previene de recidiva. Además, aumento control motor, propiocepción e hipertrofia muscular y del tendón.  El entrenamiento excéntrico también nos sirve de gran ayuda en la progresión hacia ejercicios más específicos y cercanos a la recuperación. 

Después de ello progresamos a ejercicios funcionales aumentando la velocidad de ejecución, siempre cuando los parámetros de fuerza tocados con anterioridad sean correctos.

Por último, previo al return to play, introducimos ejercicios pliométricos que produzcan un CEA (ciclo estiramiento-acortamiento) que nos cree similitud a acciones explosivas que nos podemos encontrar por ejemplo en deportes. 

El objetivo final es que el atleta sea capaz de utilizar la capacidad elástica del tendón y haya recuperado la función de la cadena cinética adecuada para el rendimiento. Ejercicios funcionales y ejercicios técnicos individuales que involucren altas cargas a máxima velocidad, para aplicar alta fuerza y conseguir alta velocidad, máxima expresión de fuerza en deportes donde los tendones tienen que demostrar su capacidad de almacenar y liberar energía de forma funcional y asintomática.

Si tienes o has tenido una lesión de este tipo, no dudes en contactar con nosotros que seguro que podemos ayudarte. Puedes hacerlo en nuestro formulario del contacto o mediante nuestro número WhatsApp 656 50 13 17.