“Ya no puedo más” o “Ya no doy más de mí”. Estas expresiones se suelen escuchar en muchas ocasiones cuando vemos a deportistas de alto nivel entrenar o competir.
En ellos es algo “normal” puesto que llevan al límite sus capacidades tanto físicas como mentales. Pero algo parecido también ocurre en usuarios no profesionales, quizás a otro nivel, pero con las mismas consecuencias: un cese de la actividad por agotamiento.
El sobreentrenamiento o síndrome de burnout, es un trastorno psicológico que se produce en individuos expuestos de forma prolongada a situación de estrés, laboral o personal, de manera crónica. Se caracteriza por un agotamiento emocional, una actitud negativa hacia el trabajo y una disminución del rendimiento.
Este síndrome puede ocurrir al deportista o al usuario sin previo aviso y sin haber sufrido otros problemas anteriormente como, por ejemplo, complicaciones respiratorias o exceso de sudoración que pudieran alertar de que algo iba mal.
Y es que estos síntomas no son siempre visibles, pero sí son claves para explicar los resultados y ser más conscientes de las necesidades del atleta.
Este agotamiento puede presentarse de diversas maneras, casi una diferente por persona. Sin embargo, existen tres puntos comunes:el agotamiento físico, incremento del negativismo y sensaciones constantes de fracaso.
En el deporte, estos tres hechos se traducen en falta de entrenamientos, excesiva frustración, dificultad para establecer objetivos y metas y una incapacidad para una satisfacción plena con los resultados.
Motivos de la aparición del burnout
Los atletas pueden experimentar el «burnout» por diferentes razones:
- Sobreentrenamiento.
- Exceso de ganas por competir.
- Descanso insuficiente
- Exceso de autoexigencia personal por lograr resultados.
- Incapacidad para solicitar ayuda a otras personas.
- No notar el cambio físico deseado.
- Centrar toda la atención en una sola tarea o ejercicio y olvidando otras.
- No alcanzar los objetivos planteados.
- Perder la motivación por competir.
- No tener la sensación de control sobre su cuerpo o el entrenamiento.
- Sensación de estar infravalorado en lo que haces.
Los síntomas emocionales son un aviso de un posible descenso del rendimiento y de las capacidades físicas, a causa del «burnout». El atleta tiene que sentirse atendido, ya sea por un psicólogo o por su propio cuerpo técnico para poner solución al problema, evitando que pase al plano físico y deportivo.
Qué hacer si estamos cargados
El agotamiento en la vida parece algo inevitable, pero es una oportunidad que los deportistas tienen para descansar y recuperarse, y no como una motivación para abandonar el deporte. Si una persona cae en las garras del agotamiento, existen vías para poder dar la vuelta a la situación:
- Restablecer objetivos: Borrón y cuenta nueva. Si los entrenamientos o la forma de ver los resultados impiden coger energías para afrontar los días de competición, redefine esas metas para poder obtener toda la energía posible.
- Priorizar: Pasar tiempo con la familia o disfrutar de otras aficiones que te proporcionan paz son actividades que a veces se suplen por excesivas horas de entrenamiento.
- Apoyo: La comprensión que te pueden aportar personas que hayan pasado por la misma situación o una charla sincera con tu entrenador pueden marcar un punto de inflexión y conseguir ver la competición desde otra perspectiva que no hubieras visto jamás.
Al final, el atleta o el usuario es el que tiene la última palabra siempre y la visión con la que encara cada competición o cada entrenamiento.
Sin embargo, el deportista debe ser consciente y saber establecer límites en cierta medida mientras se aleja del estrés que puedan provocarle los diferentes factores externos.
Nosotros desde Élite, no solo nos preocupamos por los entrenamientos a nuestros clientes, sino que también valoramos mucho el factor emocional, y ofrecemos un servicio de psicología deportiva que ayuda a tratar este tipo de trastornos.
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