El último estudio reciente acerca de la prevalencia del dolor lumbar (DL) nos dice que 1 de cada 5 adultos sufrirá dolor lumbar. Es decir, un 85% de la población experimentará algún episodio de dolor lumbar agudo a lo largo de su vida. La edad media de sufrir estos episodios de dolor lumbar suele ser entre los 25-55 años. Además 1 de cada 3 personas solicita la baja laboral por este dolor.
Por lo tanto, si estas leyendo este post seguro que alguna vez te ha pasado que has tenido un dolor lumbar agudo invalidante, es decir, el típico enganchón de no me puedo mover.
En este post vas a aprender qué hacer cuando te ocurre esto, cuando tienes que alarmarte o preocuparte y cuando no y cómo van a ser los primeros días hasta que empiece a calmarse el dolor.
El dolor lumbar ocurre en todas las edades, y mientras que la mayoría de las personas sólo experimentarán unos pocos episodios en su vida, muchos tendrán que lidiar con un dolor lumbar recurrente o de larga duración. Se ha demostrado que las personas con DL incapacitante viven con miedo y preocupación por su situación. Un dato muy interesante es que la prevalencia del dolor lumbar disminuye con la edad, al contrario de lo que la gente piensa. Esto significa que la discapacidad y el dolor no suele incrementarse por la edad. La principal explicación de que ocurra así es porque una vez que el disco intervertebral envejece y pierda su altura es menos probable que de problemas.
Cuando un sujeto tiene dolor lumbar o dolor irradiado hacia la pierna hay que saber distinguir las diferentes entidades clínicas: dolor relacionado con el disco (dolor discogénico), con las facetas (dolor facetario, que es el pilar posterior de la vértebra), espondilólisis o espondilolistesis, dolor sacroilíaco, radiculopatía por hernia de disco o estenosis de canal central o lateral, entre otras.
En este post voy a explicar específicamente el manejo del dolor discogénico agudo.
Características del dolor lumbar discogénico agudo
El disco intervertebral es justo el tejido que hay entre cada vértebra. En total, el ser humano cuenta con 23 discos intervertebrales y a nivel lumbar hay 5. Es importante entender su morfología y cómo funciona porque hay muchos mitos al respecto.
El disco está formado principalmente por dos componentes: el anillo fibroso que son fibras de colágeno tipo 1 y 2 muy fuertes y resistentes que rodean todo el disco y su principal misión es limitar el movimiento y encapsular al núcleo pulposo. Con el núcleo pulposo también hay un poco de confusión. Realmente el núcleo es un líquido formado por proteoglicanos y aminoglicanos, es decir, moléculas. No es una pelota que sale y entra según le de en gana, no es algo duro. Por lo tanto, el anillo encapsula ese líquido y juntos realizan una perfecta acción de expansión y amortiguación de la carga.
En un estudio poblacional en 2015 se describieron hasta 8 patrones diferentes de aparición del dolor lumbar.
El dolor discogénico, supone más del 40% del dolor lumbar, es el cuadro de dolor más común en el adulto joven.
En el tejido, lo que ocurre es una disrupción discal interna. Esta se define como la rotura de alguna de las fibras más internas del anillo fibroso, quedando intacta la porción externa del anillo. En principio no existe abobamiento del disco, pero en ocasiones puede haberlo. Tampoco se da la migración del núcleo fuera del perimétrico del disco. Por lo tanto, es la patología menor del disco intervertebral.
La mayoría de personas que experimenta este dolor lumbar comienza con un dolor severo, de inicio agudo, sin previo aviso y haciendo un gesto de lo más tonto, como poniéndose los calcetines, agachándose o levantándose de una silla. En ese momento comienza el dolor punzante y sientes que no puedes moverte, que te has quedado como pillado. Aunque ese gesto ha sido el que ha provocado el inicio de los síntomas, normalmente coincide con que días anteriores ha habido un sobre esfuerzo, como un levantamiento pesado, movimientos repetitivos como realizar una mudanza o movimientos en flexo-extensión o rotación que provoca la rotura de esas fibras del anillo fibroso.
El dolor suele difuso y mal definido a punta de dedo, en la zona central o en barra y a veces referido hacia la pierna, pero no sobrepasa la rodilla. Los factores que pueden agravar el dolor son la flexión lumbar, estornudar o toser, la sedestación prolongada, el cambio de estar sentado a ponerse de pie y al revés y en general cualquier cambio de posición reproduce síntomas.
Evolución y recuperación
Como he dicho antes, el dolor discogénico es la patología menor del disco, no es una hernia de disco porque el problema es una pequeña lesión del anillo fibroso del disco. Por eso mismo, es muy importante saber diagnosticar bien la lesión y saber manejarla y ahí es donde el fisioterapeuta especializado en esta patología es el más indicado para ayudarte en la recuperación y aconsejarte lo que tienes que hacer.
El pronostico normal de esta patología es algo variable. Como es una rotura de las fibras del anillo, el tiempo de cicatrización varía según el tipo de rotura que haya sido, pero normalmente tiene una duración breve y en 2-3 semanas se vuelve hacer vida normal. Aunque se ha descrito que en algunos pacientes el tiempo de curación es más largo y varía entre 6-8 y hasta 12 semanas. Si conforme pasan las semanas vemos que el dolor no mejora y comienzan otros síntomas, es importante hacer una nueva exploración para valorar hacer una prueba complementaria y ver si hay otra patología y cambiar el tratamiento.
Las últimas investigaciones nos dicen que la frecuencia del dolor lumbar de este tipo es variable. Hay pacientes que solo van a tener un enganchón en toda su vida y se recuperan sin problemas, otros que tienen varios durante años, pero también consiguen recuperarse, y otros que siguen con dolor, aunque no se queden “enganchados” y su día a día son con molestias. Cada caso se maneja de forma diferente y por eso ahí es importante que te guie un fisioterapeuta especializado en dolor lumbar.
Consejos en las primeras semanas
Los primeros 2-3 días son muy desagradables, con mucho dolor y muchas veces no se sabe bien que hacer. En esta fase la fisioterapia de terapia manual no es recomendable, porque es la fase más inflamatoria. La evidencia científica nos dice que es importante la toma de un ciclo corto de antiinflamatorios combinándolo con analgésicos y reposo relativo un par de días. El reposo significa hacer toda la vida normal posible pero evitando los esfuerzos que agraven el dolor. Como el dolor es de tipo inflamatorio, normalmente en posiciones de reposo suele mejorar, por eso el descansar estos días buscando una posición cómoda.
En estos primeros días es importante evitar ciertos movimientos en flexión, levantar peso, estar mucho tiempo sentado y hacer giros muy rápidos, esto es solo las primeras semanas para ayudar al tejido a curar, de hecho, lo va a ir marcando el propio tejido.
A partir del 4-5 día, donde el dolor ha bajado un poquito, y ya se puede mover un poquito mejor, es posible hacer ciertos movimientos y ejercicios que van ayudar a mejorar ese dolor y la cicatrización del tejido. En esta etapa el fisioterapeuta te aconsejará cuales son los ejercicios mejores para ti, pero normalmente este circuito que se puede realizar en casa suele mejorar el dolor y te ayuda a moverte con más facilidad.
- Boca arriba con las rodillas dobladas y los pies apoyados, llevar rodilla al pecho, pero en un rango de movimiento sin dolor o con una molestia muy tolerable, alterando cada pierna. Tandas de 6-8 rep.
- Boca arriba con las rodillas dobladas y los pies apoyados, el movimiento consiste en dejar caer levemente ambas rodillas hacia un lado y hacia otro en un rango de movimiento sin dolor. Tandas de 6-8 rep.
- Ejercicio de respiración y inicio de activación del transverso del abdomen: Boca arriba con las rodillas dobladas y los pies apoyados, consiste en combinar la respiración cogiendo el aire por la nariz y soltándolo por la boca y cuando se vaya soltando el aire va metiendo el ombligo hacia dentro para sentir la activación del abdomen. Tantas de 3-4 respiraciones.
- Boca arriba con las rodillas dobladas y los pies apoyados, apertura de cadera hacia un lado, volver y cambiar de pierna, de nuevo en un rango de no dolor.
A partir de la 2 semana, donde ya el paciente puede hacer bastante mas cosas, aunque siga con cierto dolor, aquí ya es recomendable ejercicios mas específicos que te pautará tu fisioterapeuta para seguir mejorando y recuperarte bien.
Normalmente, en la 3-4 semana puedes volver a tu actividad deportiva con normalidad. Muchas veces ocurre que el paciente sigue con cierto miedo a la flexión lumbar, a agacharse, si ese es el caso, es importante trabajarlo con el fisioterapeuta para que vuelvas a realizar todos los movimientos.
Últimos consejos para el dolor lumbar agudo de este tipo:
- Tranquilo/a, la probabilidad de que sufras una patología grave es muy baja.
- Consulta a profesionales sanitarios antes de recurrir a otras fuentes de información poco fiables o a personal NO SANITARIO.
- No dudes en preguntar a tu fisioterapeuta cualquier cuestión acerca de dicha dolencia. Le ayudará a manejar su incertidumbre en cuanto a sus síntomas y le aconsejará en todo momento lo que tiene que hacer.
Si tienes dolor lumbar, si has tenido varios episodios de dolor y no consigues retomar tu actividad física con normalidad, no dudes en contactar con nosotros que seguro que podemos ayudarte. Puedes hacerlo en nuestro formulario del contacto o mediante nuestro número WhatsApp 656 50 13 17.